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En la vida es inevitable sufrir y aunque este no era el propósito de Dios Génesis 1:31 dice que cuando Él creó al mundo vio que todo era muy bueno. Pero el pecado se encargó de que los planes de Dios en el hombre fuesen afectados, trayendo el mal, el sufrimiento y el dolor.
Pero… ¿Por qué permite Dios el dolor?
Job se hizo esta pregunta (Job 10: 2 – 3)
Dios no es el autor del sufrimiento, como vimos anteriormente todo lo que hace es bueno.
Ante todo nos ama y respeta. Nos creó con libre albedrío, con la capacidad de decidir, aún en la escogencia de nuestras relaciones interpersonales y de pareja.
Muchos de nuestros sufrimientos se deben a nuestras malas decisiones, elecciones en cierta manera egoístas. Aún cuando por nuestras propias decisiones nos toca sufrir, Dios se aflige, no es su deseo que la vida sea como es, pero también respeta nuestra libertad y la de los que nos rodean con tal de protegernos. Como en el caso del amor. Cuando decides amar sabes que lo haces bajo la convicción de seguir el camino del amor. Este es el verdadero amor, el que implica libertad. La libertad que llega cuando amas y vives para amar.
Nuestra libertad al decidir ha sido también determinante a la hora de presentarse tanto dolor y sufrimiento en la Tierra. No es que Dios quiera que haya tal sufrimiento, El permite las situaciones adversas por varias razones. Una es para que no tengamos un concepto demasiado superior y autosuficiente de nosotros mismos. Cuando nos vemos en medio de cruentas batallas nos damos cuenta que solos no podemos y que necesitamos de Su Fortaleza en nosotros. Es ahí cuando nuestro Señor nos guía. Su dirección es la que nos lleva a una vida plena y victoriosa.
Dios hace con nosotros como el alfarero al barro: Nos moldea. Para esto el sufrimiento cumple un papel preponderante. Nos ayuda a mejorar y a aprender a ser mejores cada día.
Pero quiero aclarar que este sufrimiento del que hablo es aquel que Dios permite. Aquel que está sujeto a la voluntad del Ser Supremo y Magnifico. El Rey de Israel.
Todos hemos vivido situaciones adversas y difíciles de afrontar. En el mundo hay hambre, enfermedades, violencia, maldad, muerte, desolación y demás males.
Estas son situaciones difíciles que nos tocan afrontar, unos más que otros. En medio de ellas nos surgen preguntas difíciles como ¿por qué a mí?, ¿dónde estás Dios?... Pero Dios no teme a estas preguntas y si las preguntamos con un espíritu humilde Dios puede contestarlas y usar nuestras dificultades para moldear nuestro carácter, hacernos más fuertes y así permitirnos ser conocedores de su amor y misericordia.
Así que indudablemente nuestra primera meta para afrontar las dificultades es acercarnos de Dios:
Como ejemplo tenemos a José, que sin duda también se hizo nuestras mismas preguntas mientras atravesaba el dolor de las relaciones familiares rotas, la angustia de la traición y la injusticia de la esclavitud. Lo golpearon, lo encarcelaron y lo acusaron falsamente, pero en medio de todo esto permitió que Dios lo hiciera fuerte, buscó su sabiduría, se dejó guiar y supo esperar en su poder y amor, así fue como pudo ver tanto mal transformado en bien. Génesis. 50.20
Cómo respondamos en medio de las dificultades, marcará nuestro destino, es un reto muy grande. Existen muchas formas de reaccionar ante lo que nos duele: desbordarnos en enojo, tristeza, angustia, intentar ignorarlo, quedarnos quietos… hundirnos en el alcohol, la comida y las drogas, en fin. Muchos practican estas cosas para olvidarse de los problemas, pero el mejor camino es hacer así como hizo José, acercarnos a nuestro Padre Celestial el cual sabrá cómo darnos nuestro triunfo y libertad.
Nuestra segunda meta es recordar el sufrimiento que padeció Jesucristo. Por el gozo que le esperaba soportó la cruz (Hebreos 12.2). Ahora bien, parte de su gozo es tener una relación con nosotros, si ponemos nuestra mirada en el Mesías, el mayor ejemplo de sufrimiento y de cómo salir victorioso después de vivirlo, esto nos ayudará a vencer cualquier prueba que estemos atravesando, CUALQUIERA. Apocalipsis 21.4 deja ver como con la venida gloriosa de Jesucristo será destruido el dolor. Será un día glorioso, donde ya no habrá llanto, ni lamento, ni dolor. Pero hasta que llegue ese día debemos aprender a enfrentar las dificultades. Dios ha prometido no abandonarnos pero debemos permitirle caminar junto a nosotros.
Salmos 37.19 No serán avergonzados en el mal tiempo y en los días de hambre serán saciados.
Salmos 37.24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano.
En medio del dolor, Dios no nos dejó sin esperanza, con su poder envío a su hijo Jesús para romper con las cadenas y el ciclo del pecado, así que el perdón y la paz están a nuestra disposición. Dios es poderoso para transformar cualquier problema en parte de su propósito, él puede producir lo bueno a partir de las malas circunstancias de la vida.
Juan 16.33 dice Yo les he dicho estas cosas para que en mi hallen paz. En este mundo afrontaran aflicciones pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.
Romanos 8.28 Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman.
Santiago 1. 2-4 Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos, íntegros, sin que les falte nada.
Quisiera dejarlos con esta canción y espero que les ministre y que pueda sentir que Dios tiene control de todo. Que nada escapa de Su propósito. No estás solo o sola. Hay esperanza porque al final Dios mostrará que es fiel y que si descansas en Él, podrás ver el poder que supera todo entendimiento y que su amor te dará fuerzas y desde ya serás vencedor. A pesar de todo.
Escucha atentamente… Al Final, de Lilly Goodman:
Gracias por este artículo, ha sido como un bálsamo en estas circunstancias que atravieso.
ResponderBorrarGracias a nuestro Rey y Señor, porque ha prometido no abandonarnos nunca.