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miércoles, 10 de junio de 2009

¿Escuchas a Dios?



Un hombre que iba en su bote privado se enfrentó a una tormenta y naufragó. Estaba en la mitad del océano, en una tablita, más aburrido que un Hamster en en silla de ruedas.
Al poco tiempo pasó por ahi un yate, y el dueño de éste le dio gritos invitándole a subir. Pero el hombre se negó a subir, afirmando que él no confiaba en el hombre y que él sabia que Dios lo salvaría.
Más tarde llegó un Barco, y con unos parlantes le gritaron que subiera, a lo que el hombre dijo: NO, no me voy a montar porque el Señor me va a salvar.
Media hora despues llegó al lugar un helicóptero, del que descendió una escalera y un hombre extendiendo su mano diciendo: Amigo, sube!!! Pero el naufrago le dijo: NO, porque yo confío en que Dios me va a salvar.
El hombre sufrió de un calambre, se hundió y se ahogó...

Cuando el hombre fue al Trono del Juicio Final, le reclamó a Dios diciendo: Señor, tú me dejaste mal, yo confiaba en ti, que tú me salvarías y no fue así. ESA SI FUE MALA!!!
A lo que Dios, con una sonrisa llena de amor le dijo: Hijito, yo te envié un yate, después un barco y luego un helicóptero. Fuiste tú quien no quiso ser rescatado.

Así es como el Señor actúa en nuestras vidas. Y nosotros nos hacemos los sordos o los que no entienden. Soy un firme creyente de que Dios habla a sus hijos y que lo hace de todos los modos habidos y por haber. La pregunta del millón es: ¿Escuchas a Dios?

A modo personal puedo decir que mi Señor estuvo durante mucho tiempo usando a una persona muy especial para mí para decirme lo que Él quería enseñarme. Siempre sentí que Dios usaba a esa persona, pero aunque oía a Dios, NO LO ESCUCHABA. Si, leíste bien, no es que estoy desvariando ni que estoy comiendo jabón. Una cosa es oír y otra es escuchar. Tú puedes oír cualquier sonido, pero cuando escuchas estás atento y entiendes lo que llega a tus oídos. Y luego de entender, tomas los correctivos necesarios para no seguir errando.

Bendito sea Dios porqué se encargó de poner a alguien que me hablara acerca de lo que Él quería para mí. Ahora, ¿a quién o que usa Dios para hablar a tu corazón?

Regalate un tiempo para reflexionar y mirar dentro de ti, que es eso que Dios quiere decirte y que te haz cerrado para no escuchar...

Créeme que valdrá la pena y valorarás mucho más el mensaje de Dios y el ángel que tu Padre Celestial colocó en tu camino.


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