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La juventud de hoy en día es una que podemos definir como una esponja. Hay montón de información por doquier y son los adolescentes y los jóvenes quienes más absorben lo que este mundo ofrece, y lo peor es que son ellos los que más fácilmente siguen las costumbres y los modos de este siglo. Miles y miles se entregan a los placeres de la vida, bailan más que una mesa coja y andan más agrandados que el mismísimo Goliat. No creen en nadie y se autoproclaman “rebeldes sin causa” Se olvidan de Dios y no quieren saber nada de las cosas espirituales. Pero esto se debe a precisamente ser parte de un sistema al que todos quieren ser parte, porque no hacerlo significa ser un “dinosaurio de la moda.”
Por eso es tan gratificante encontrar a jóvenes que aman a Dios y quieren servirle de corazón. Aquellos que se han apartado para Jesucristo y han decidido firmemente ser radicales a la hora de no ceder ante las baratijas del mundo.
Ahora, ¿significa que si un joven busca a Dios tiene que ser un ser amargado y aburrido con la cara más larga que un día de hambre? De ningún modo. La Palabra nos dice en Eclesiastés 11: 9 algo al respecto:
“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia. Anda según los caminos de tu corazón y la vista de tus ojos, pero recuerda que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.”
Es claro, los jóvenes son invitados a divertirse y disfrutar de lo bueno de la vida en los días en que puede hacerlo. Dios los invita a escuchar a sus corazones y a recrearse pero da una advertencia: En todo ello Dios le pedirá cuentas. Joven, ahí está la clave. Soy libre de hacer lo que quiera. ¡Por supuesto que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene, y por eso no permito que nada me domine. Puedes disfrutar tu juventud, pero ten mucho cuidado con lo que haces ya que todo trae su debida consecuencia y si te dejas dominar de las pasiones y de las emociones estarás en serios problemas.
Pero, ¿Cómo lo hago?
Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad (Eclesiastés 11: 10)
La forma más eficaz de alejarnos del pecado y apartar el enojo de nuestros corazones es obedeciendo la Palabra de Dios. De esta forma es que pueden los jóvenes corregir su vida y enderezar sus pasos.
Ahora bien, cuando somos jóvenes creemos que solo hay que disfrutar y disfrutar. Que no habrá días difíciles. Es por eso que muchos tienden a olvidarse de su Creador.
El Señor nos previene de esto:
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12: 1)
Joven, la vida es corta y los días buenos y agradables en esta tierra no son eternos. Hay un Dios Maravilloso que te ama y que desea que puedas vivir una vida con Él y para Él. No te olvides de Él. No tengas memoria de pollo ni retentiva de pescado. Aunque en el mundo haya millones de ofrecimientos y placeres, no te olvides de Aquel que fue joven también y pudo marcar la diferencia y seguir la Voluntad de su Padre Celestial. Jesucristo sabe lo que hay en tu corazón. Él supo lo que es batallar contra las pasiones juveniles pero Él pudo vencer y por eso hoy tú también puedes hacerlo. Imita a tu Salvador y sigue sus caminos con fe y devoción.
El apóstol Pablo le aconsejó a Timoteo y hoy te lo retransmito: Huye de las pasiones de la juventud. No te dejes llevar por las tentaciones propias de tu edad y de lo que te rodea y vive con rectitud, fe, amor y paz, junto con todos los que de limpio corazón invocan al Señor. Únete a aquellos que con toda sinceridad y justicia de corazón aman, sirven, adoran a Dios y confían en Él.” (2 Timoteo 2: 22)
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