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Se encontraban dos amigos, Hermenegildo y Pancracio, discutiendo. Uno decía: yo soy el enviado de Dios y el otro le refutaba diciéndole que el enviado de Dios era él. Llevaban una hora discutiendo el asunto cuando apareció en escena un tercer amigo llamado Rocotundo al que al verlo lo llamaron para que dijera quién era el enviado de Dios.
Hermenegildo: Mira, lo que pasa es que este pelmazo no entra en razón y no quiere admitir que yo soy el enviado de Dios. Díselo tú.
Pancracio: ¿Quién dijo eso? Vamos, Rocotundo, bájalo de la nube y dile la verdad que el enviado de Dios soy yo.
Rocotundo: Pero… ¿de qué rayos están hablando si yo no he enviado a nadie?
La soberbia en uno de los pecados más destructivos en la raza humana que es capaz de acabar todo tipo de relación. La soberbia es presunción y amor propio desmedido y se presenta más que todo cuando el hombre piensa que puede vivir sin la dirección de Dios o cuando la autosuficiencia llega a niveles descomunales.
La Humildad es la contraparte de la soberbia. La humildad es una cualidad o característica humana de ser modesto, de no tener orgullo inflado, de no ser arrogante frente a lo trascendente de su existencia o a Dios. Ahora, ser humilde no es andar con harapos y andrajoso.
Para ser humildes se necesita tener claro un concepto: Temor de Dios, es decir, una reverencia y respeto a Él y sus mandamientos.
Todos sentimos mucha alegría cuando recibimos elogios y felicitaciones por determinadas labores que realizamos pero para que esto se de de la mejor manera tenemos que tener bases fuertes en cuanto a humildad se refiere:
El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría, y a la honra precede la humildad (Proverbios 15:33)
Riquezas, honor y vida son el premio de la humildad y del temor de Jehová (Proverbios 22:4)
Cada vez que hagamos algo no debemos hacerlo por rencillas, pleitos o rivalidades o por vanidad, ya que esto solo conlleva a ser soberbios. Hagamos lo que hagamos, siempre fijemos nuestra mirada en ser humildes, nunca creyéndonos ser superiores a los demás. Un beneficio adquirido también es que teniendo humildad y siendo mansos (no mensos) podremos soportarnos los unos a los otros con paciencia y en amor. Esto nos llevará vivr en armonía con nuestros semejantes. Pero, si actúas soberbiamente sólo puedes recibir adversidades y contrariedades en la vida.
Un sabio y milagroso maestro le dijo a sus discípulos: tomen una piedra y vayamos a la montaña. Todos tomaron una pequeña piedra, pero había uno muy soberbio que quiso demostrar su fuerza y tomó una muy grande como de 80 kilos. Al llegar al cerro el maestro les dijo: ahora golpéense la cabeza, en muestra de humildad, y demostrar al mundo lo dolorosa que suele ser la vida en algunas ocasiones.
Al día siguiente, el anciano maestro nuevamente reunió a sus discípulos y les dijo: tomen una piedra y subamos a la montaña. Todos tomaron una piedra más grande que la del día anterior, excepto el soberbio que llevó la más pequeña que encontró. Cuando llegaron a la montaña el sabio y milagroso maestro dijo: por su muestra de humildad demostrada ayer, las piedras que trajeron hoy se convertirán en pan, cómanlas.
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