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martes, 16 de abril de 2013

La Cima


Una paloma blanca llegó a un lote abandonado. Su apariencia reflejaba melancolía inevitable a causa de un quebranto de salud. Lagrimas llenas de ternura se hicieron uno con aquel árido lugar que en tiempos de antaño era conocido como un paraíso celestial. 

 - El tiempo sin lluvias ha cesado – dijo un gusano emergiendo justo del sitio donde la primera lagrima se había plantado. No tardó el gusano en darse cuenta que era el glamoroso ave la que había derramado su alma a través de sus ojos.

 - ¿Cómo puede un ser de tal belleza radiante expresar esa congoja en sus ojos?

 - Mi salud se ha visto afectada - afirmó la paloma sin mirar a su interlocutor - y no tener control de los eventos aumenta sin remedio los pesares y padecimientos. El laberinto de la vida absorbe mis anhelos y me pregunto de donde vendrá mi consuelo. 

 El gusano de inmediato reconoció la circunstancia. No era un Déja Vu. Ya lo había vivido. Suspiró, sonrió y miró al cielo. Con mirada punzante, con la certeza de esgrimir acerca de algo conocido expresó: 

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